Vivimos en un planeta donde solo se respeta lo que interesa individualmente. Somos cortoplacistas. Y no vemos por la vida de los demás.
Hoy quiero hablar de todas esas vidas que nos parecen insignificantes, las cuales cogemos, como si nos pertenecieran, y hacemos con ellas lo que nos conviene.
Estos últimos días mucha gente ha vivido frustrada los momentos en los que no se sabía que pasaría con los animales encerrados en Vivotecnia, preocupados por la vida de esos animales que usaron como objeto, maltratados como si su existencia no fuera suficiente para ser respetados.
La realidad es que estas situaciones se dan todos los días, y muy probablemente en condiciones más brutales. Hablo de la industria de la carne, de los mataderos. Por qué hacemos oídos sordos en estos casos? Acaso ellos no merecer ser respetados y tener una vida digna?
Hemos dejado nuestra empatía a un lado, solo para satisfacer nuestro paladar, poniendo excusas por las que seguir comiendo animales, como si sus vidas nos perteneciesen.
Las vidas de los animales no son ningún discurso que haya que debatir; son vidas, y son suyas. Nosotros, los humanos (que también animales) no somos nadie para arrebatárselas.
Aquí no hablamos de respetar los gustos o decisiones de los demás, hablamos de respetar a los animales que viven con nosotros, porque ellos no son algo, son ALGUIEN. Y esa decisión, la de dejarlos vivir, es la única respetable.
